sábado, 4 de marzo de 2017

Diario de un lector


Avelino Fierro (1956), un escritor capaz de llenar con literatura cada día, se dio a conocer con Una habitación en Europa (Eolas, 2014), que recibió una gran acogida por parte de la crítica. Ciudad de sombra (Eolas, 2015), prologado por José Luis García Martín, sigue el mismo camino. Agrupa las anotaciones semanales del autor entre los años 2013 y 2014.
            En sus páginas, habla de los libros que está leyendo, de su vida cotidiana, de sus problemas médicos; cita poemas, fragmentos de prosa, aforismos, etc. Avelino Fierro lee poesía, novela, ensayo, filosofía, algún manual de pájaros, recetas de cocina... En fin, lee todo lo que encuentra. De lo clásico a lo contemporáneo. Y es la huella de su lectura lo que acapara las páginas de su día a día. Tanto que su diario es un diario de lector.
En Ciudad de sombra, tenemos la sensación que Avelino Fierro, al igual Borges, se enorgullece más por lo que ha leído que por lo que ha escrito. «Leer es la mejor higiene para combatir a los idiotas o desenmascarar el cinismo de los políticos, el pragmatismo imbécil, la prosa facinerosa de los psicopedagogos» (p. 194).
            No solo aparece el lector que anota y cita lo que lee, sino también el que reflexiona, el que opina sobre lo que lee, es decir, el crítico: «Entre 2008 y 2011, Paul Auster y J.M. Coetzee también se escriben cartas. […]. Deciden escribirlas, reunirlas y publicarlas. Parece obedecer más a una necesidad de publicar que de comunicarse. Traen a ellas asuntos de poco interés, buscan pretextos para parecer inteligentes o ingeniosos, aunque no lo consigan casi nunca» (p. 53). Más adelante, opina sobre Diario de un estudiante en Paris: «Gaziel nos transporta allí con su escritura de obligado periodista, pero sus reflexiones filosóficas, de alta política a veces, su lirismo, su pulcritud, su inteligencia para la anécdota mínima y para la categorización de situaciones que otros ni siquiera advertirían, sus descripciones con mirada abarcadora –como de urbanista, diría yo– y gráfica, nos hace ver y sentir y entender ese escenario irracional, ese mundo en bancarrota moral» (p. 316).  Entre sus variadas lecturas nos descubre nuevos diarios, como los del pintor Paul Klee. Nos deja su impresión personal, nos deja con el interés puesto en ellos. Opina sobre la situación política y sobre los políticos, habla de la música que le gusta, del arte, etc. La curiosidad de Avelino Fierro es inabarcable.
Su lectura preferida son los libros de poemas, y ese gusto ha llegado a contagiar su prosa: el uso de la personificación («Los árboles respiran lento a través de las últimas hojas de diciembre» p. 27), la metáfora, la descripción del paisaje que nos presenta como un cuadro pictórico, etc. Y es que Avelino Fierro, pese a sus problemas de espalda, escribe y describe bien, no solo acompaña a cada capítulo una ilustración por él mismo dibujado, sino además describe un atardecer o una mañana como si estuviera dibujando en prosa. Su ingrediente fundamental es la poesía, su prosa respira y transpira lo lírico por todos los poros. Avelino Fierro es un poeta que escribe en prosa.
Algunos personajes pasan por sus páginas, como por su vida, como figuras fugaces. Otros aparecen siempre porque forman parte de la vida del autor, como su mujer Mar, que también anota los viajes que realizan juntos, como las anotaciones de una estancia en Marruecos (es una enumeración de actividades casi caóticas, dan la sensación de que el tiempo ha pasado tan de prisa, como suelen pasar los días felices).
             Ciudad de sombra es el viaje por la vida de un hombre, que aunque no lo pretenda, nos trasmite su ilusión por el día a día. Es un escritor que nos deja ensimismados en su trajín.
            No tengo dudas de que Ciudad de sombra ha de tener el mismo, o incluso más, éxito que Una habitación en Europa. Fierro es un escritor que dice que no se siente escritor, pero los que le hemos leído podemos decir que es uno de los escritores más afables y carismáticos. Estaremos atentos a la tercera entrega de sus viajes por la vida y por la literatura, que para él serán la misma cosa. En la última parte de la entrevista que acompaña al libro, Avelino Fierro afirma que escribe diarios para que le quieran los lectores. No hay ninguna duda, es un encantador de serpientes.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Georgina Herrera, la vida hecha poesía


Un testimonio fruto de una vida de superación y luchas ofrece en su poesía la poeta cubana Georgina Herrera (Jovellanos, Matanzas, 1936). Una vida marcada por una infancia y una adolescencia difíciles; creció en un hogar pobre donde la mujer no tenía voz ni voto. Fue con la poesía que pudo alzar su voz. Con su poesía ha ido tocando de puerta en puerta, de corazón en corazón, de conciencia en conciencia, no solo en la de los lectores de su país, sino ha trascendido más allá de Cuba y ha llegado a España, donde acaba de aparecer Estos ojos de mirarlo todo. Una antología prologada por Aída Elizabeth Falcón Montes. Es el primer libro con el que debuta la editorial alicantina Libros de la Libélula Nómada, que tiene puesta la mirada en los autores latinoamericanos, pues acaba de publicar Perros de ficción, del poeta ecuatoriano Ernesto Carrión.
            Estos ojos de mirarlo todo consta de siete apartados: algunos poemas de los seis libros de la autora más algunos inéditos. Todos ellos —seleccionados por la propia Georgina Herrera— son una muestra fundamental de su labor creativa desde 1962 a 2016, año en que se le concede el Premio Rafael Alberti por toda su obra.
Su condición de mujer, negra y pobre, no le impidieron mantenerse firme ante el dolor, la soledad, el machismo implantado por la tradición. Nuestra autora supo que la única forma de luchar contra esa sociedad que oprime a la mujer —sobre todo a la mujer negra— es a través de la cultura: lee, escribe, se nutre de conocimientos para reflexionar y hacernos reflexionar. Hay ciertos rasgos didácticos en los mensajes de sus versos. De ahí esa poesía que muchas veces trata de darle la vuelta a los cuentos de hadas, a las canciones infantiles. Georgina Herrera quiere desenmascarar cualquier tradición que menosprecia o humilla a la mujer o transmita un mensaje que haga al ser humano más injusto.
En sus obras se pueden apreciar los temas fundamentales, o que más la preocupan: la muerte (y la vida), la infancia, la maternidad y la defensa de la mujer. Su poesía se caracteriza por la pulcritud, la claridad y la sencillez. Pretende que todo el mundo la entienda porque sus mensajes están dirigidos a todo el mundo. Su poesía nos recuerda a la de Szymborska. Solo que Georgina Herrera es una defensora a ultranza de los derechos de la mujer en todos los ámbitos. Para ella la realidad es más sorprendente y milagrosa. Por ejemplo, en el poema «El parto», no cuenta con la cigüeña, encargada de traer los niños al mundo de forma ficticia y fácil, porque Georgina Herrera prefiere el parto, el dolor de donde nace el amor, un amor real. Reivindica la figura de la mujer como origen de la vida.  
Corrige el mito de Adán y Eva, una historia inventada por hombres, lo desmitifica. Niega que Eva haya nacido de la costilla de Adán: «Rueda la historia / contada por Adán a su manera, dice / que desnuda la extrajo / de su costado, cuando / en verdad llegó vestida / de cielo, tarde y cantos de mil pájaros.» Desde su primer libro hasta el último, no dejará de defender a la mujer, por tanto, a la esencia de la vida.
            Georgina Herrera es una poeta que tenemos que leer y releer y hacer llegar su voz a todos los lectores. Su poesía podría salvarnos de nosotros mismos, de nuestras miserias humanas, de nuestras injusticias. Leedla y podréis ver a la mujer y a la vida y a la poesía misma con otros ojos. He aquí algunos poemas:

           
LAS DOS MITADES DE MI SUEÑO

 
Ambos me han hecho
una mujer hermosa.
Una mujer que tiene
la más inmensa historia
por contar.
Todo el dolor que venga
será pequeño, comparado
a tanto amor creciendo en sus tamaños.
Con esos ojos de mirar la vida
se puede ver la muerte
como una estrella más
o como una
inmensa flor naciendo
entre los tibios brazos de la tierra.
 

DUELO (II)

Todos los vientos soplaron
en contra de mi amor.
Brisitas,
huracanes,
torbellinos, todos
soplando en giros en contra
de mi amor.
Alisios,
terrales,
viento sur. Todos.
Todos los vientos soplaron,
soplan aún
en contra de mi amor.

 

 GRACIAS A LA MUERTE

 No me soporta.
Si nos cruzamos, se desata como una tempestad.
Enloquecida,
busca refugio donde encuentre,
siempre lejos de mí.
Le estoy agradecida,
pero no siento lástima cuando
la Muerte, contrariada,
no entiende
el tibio olor de la vejez que asumo.
Pobrecita la Muerte.
Es tonta y triste,
se enrosca, se hace un bulto y carga
con él sobre la espalda, huye
cojeando…
Yo, ligera, cada vez más lejos
de su rumbo, pongo
una flor entre mis labios, echo
agua fresca sobre mi rostro,
juego
con un zunzún a no agarrarlo
cuando en verdad no puedo.
Así, el tiempo que me queda
se hace eterno.
Gracias
a la Odiosa. Gracias…