Un
mes estudiando para los exámenes. Metiendo en mi pequeño cerebro datos,
nombres, fechas, definiciones y rasgos fonéticos y versos y políptotos y polisíndetons y ¡ah! muchas otras cosas que
ya he olvidado y que tal vez nunca me habrían servido para sobrevivir en este
mundo.
Después
de tantos días de empollar, descubro que subí de peso casi cinco kilos. Los
números no mienten, tal vez es la sabiduría la que pesa. Sí, señor. Menos mal, que a partir de
ahora puedo dedicarme a beber literatura pura, como Tratado de identidad (Oblicuas, 2014), el nuevo de libro del joven poeta Miguel Floriano.
Sin
duda alguna, a Floriano, como a todo poeta, le gusta jugar con las palabras. Es
una forma de descubrir lo que está oculto en la hoja en blanco, en la mente en
blanco. Descubrimos en estas páginas poemas de amor y
poemas que hablan sobre la propia poesía y la palabra, es decir, el acto del
lenguaje; otros, los que más destaco, son irónicos, como este que copio a
continuación:
IV.
La madre
Mother
do you think they’ll drop the bomb?
Mother
do you think they’ll like this song?
Mother
do you think they’ll try
to
break my balls?
Pink Floyd
Ya
está bien. No te has comido
las
lentejas –y eso que mira, hoy les eché
esa
morcilla que siempre dices que no tienen,
que
les falta–. Ya no sé
qué
darte de comer, todos los días
arroz
o pasta, nada más. Ni siquiera
te
gusta el estofado. Tu cuarto,
para
colmo, hecho una auténtica
leonera.
Con esta vida que
llevas,
hijo mío, no es posible
convivir:
como no cambies dejaré
de
comprarte libros de poesía.
Es solo una muestra de las piezas
valiosas que guarda Tratado de identidad.
Un libro que hace que valga la pena tanta espera para leer literatura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario