martes, 17 de febrero de 2015

La fiesta de la palabra

Parranda
XIV Premio Casa de América de Poesía Americana
Rafael Courtoisie
Madrid, Visor, 2014.
 
En Parranda, del poeta uruguayo Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958), la fiesta de la palabra acapara casi todo el libro. El lector podrá encontrar unos versos lúcidos, dinámicos. En muchos casos el poeta prescinde de los adjetivos y recurre a la paradoja, a la ironía, al humor, al final inesperado, como en “Bienaventuranzas” o en “El viejo sabio” (que más que un poema semeja un microrrelato). Hay poemas tan sintéticos que parecen no ocultar nada, porque  entendemos que no tienen nada que decirnos, como el segundo poema del libro. Pero si lleva la música, alma de la fiesta, qué importa si se entiende o no el poema. Algunos de los bailarines que mueven su esqueleto en este libro son: Neruda, Dostoievski, Rascolnicov, Melville, Pedro Páramo, Mr. Hyde… En Parranda, sin lugar a dudas, el Dj es el Ingenio. Pero no todo es fiesta, también hay poemas reflexivos como “Mal abrigo” u “Orgullo”, título fundamental para entender los versos que siguen:

Esa inmensa esfera de hierro
invisible que cargamos
al zambullirnos y nadar
sobre la espalda del día.


 [El comentario se publicó en el Nº 3 de la revista Anáfora]

sábado, 14 de febrero de 2015

Los nombres de la realidad

           
Nombres escritos en la corteza de los árboles
Ángel Rodríguez López
La Isla de Siltolá, Sevilla, 2014.

Veinticinco nombres de mujeres conforman Nombres escritos en la corteza de los árboles, el nuevo libro de poemas de Ángel Rodríguez López  (Jaén, 1982), que incluye además un excelente
prólogo de Yolanda Ortiz Padilla.
Los nombres han hecho hablar a los poetas desde que se inventaron el odio y el amor. Las mujeres que inspiran a Rodríguez López son las que de alguna manera forman parte de su vida y a partir de ahora también de la del lector.
El primer nombre, “Marcela”, coincide con el de un personaje muy conocido del Quijote. Marcela es una mujer decidida, valiente, en la historia pastoril cervantina. Pero también puede ser la figura de la mujer más libre de hoy en día. En el poema de Rodríguez López no solo encontramos el primer amor de la infancia y la chica más popular, que tenía como locos a todos los chicos del pueblo, sino también la referencia al título que lleva el libro: “Pero de aquello solo queda / tu nombre escrito en la corteza de este árbol / y un puñado de años con más pena que gloria.”
Todo el libro mantiene el mismo tono descriptivo de las protagonistas. Él poeta las observa y las canta. “Roberta, / con su tizne cobrizo en las ojeras…”. A veces se compadece de ellas (“Dulce, la pobre Dulce, / lo único que es suyo son sus manchas de verruga / y una miseria honda y vocera…”) y las bendice y las quiere y las rescata en sus versos, tal vez es una forma de que no se mueran del todo.
De temas como el amor habla en algunos poemas (“Clara”), y también observa cómo pasa el tiempo en “Carmen”: “Pero esta mañana se ha levantado sobre sus más de sesenta marzos…”
A “Violeta” la retrata ágil y risueña paseando por la calle en unos versos que da gusto pronunciar: “Ella pasa su paso en la calle y posa / su peso de huesos ya cenizas de tarde…”.
Los versos se leen de forma fluida para que nos sorprenda mejor alguna imagen, algún aforismo o greguería: a Marta “los besos le caducan entre los dientes…”, a Martina “se le cae el viento de los ojos si mira lejos”.
Los poemas de Rodríguez López retratan a la mujer que sufre en la calle, en una oficina, en una casa, en un circo… O en todas partes, como “Lorena”, la prostituta que “asume los golpes” de la vida. Poemas humanos, muy humanos, son los de Rodríguez López. Por eso vale la pena acercarse a ellos. No solo ofrecen un mundo próximo y actual, sino también retratos de la vida desgarrada por el destino. La lectura de estos poemas busca alumbrar la conciencia y los ojos de los lectores.
 Tal vez los nombres sean solo una forma de distinguir a los poemas y que la mujer que inspira al poeta sea solo una y todas. Quizá encontremos en algunos de estos nombres el rostro de alguien cercano a nosotros. Un nombre como “Marta” o “Raquel”, cuyos dos únicos versos valen la pena tallar en la memoria: “Hay que defender este mundo: / tus ojos están dentro.”





domingo, 1 de febrero de 2015

La antología que faltaba en España


La poesía del siglo XX en Paraguay (Antología esencial)
Mar Langa Pizarro
Madrid, Visor, 2014

   Antologías de la poesía chilena, argentina, cubana, brasileña, colombiana, etc., no han solido faltar en las librerías y bibliotecas españolas. La gran ausente, la menos difundida, siempre ha sido la poesía paraguaya. No podemos atribuir la culpa al poco interés de los lectores españoles. Quizá el problema radica en la falta de cobertura de las editoriales paraguayas. ¿Naufragan los libros que intentan llegar a España? Tal vez los representantes del país hispanoamericano en España no trabajan para promover a los escritores de su tierra porque seguramente ni siquiera ellos los leen, y puede que no los conozcan siquiera.
Pero acaba de aparecer la tan esperada antología paraguaya, en edición preparada por Mar Langa Pizarro.  Hemos de valorar y respetar su selección personal y confiar en su criterio. En la introducción nos ofrece un recorrido por las diferentes generaciones (poetas nacidos a partir de 1901) que conforman las letras paraguayas del siglo XX. Es una breve historia de la literatura paraguaya en el que adquieren protagonismo las revistas literarias (Revista del Instituto Paraguayo, La Ilustración Paraguaya, La Pluma Joven, Alón, Juventud, etc.). Todas ellas surgieron por la necesidad de difundir las nuevas creaciones y por la falta de editoriales. Las revistas hoy y entonces siguen siendo una oportunidad para muchos poetas que no pueden publicar un libro (en Paraguay la mayoría de las obras la publican y las pagan los propios autores). La selección de Mar Langa llega hasta los nacidos en 1970.
La antóloga excluye la poesía escrita en lengua guaraní, pero destaca la influencia de este idioma en la lírica paraguaya. Algunos de los poetas bilingües, conocidos sobre todo por sus obras en guaraní, aparecen en esta selección, como Susy Delgado e Ida Talavera.
Veinticuatro poetas conforman esta antología, que empieza con Josefina Pla. Como Rafael Barrett, esta española tuvo una gran influencia en los poetas y escritores paraguayos que la tuvieron como maestra y guía. Cultivó casi todos los géneros literarios. Destaca su visión crítica sobre el idioma guaraní y su apoyo al mundo femenino: “… Oficio de mujer. / Manos moviéndose / sin pausa / como hojas / que se retratan arañando el cielo / para caer al suelo y ser pisadas…”. Además, poemas de amor (“Como he de ser”, “Imposible”,…), reflexivos, sociales, (“Mi beso es muchedumbre”), intimistas, que hablan de la muerte y el paso del tiempo.
Herib Campos Cervera es considerado el padre de la poesía nueva (vanguardista) en Paraguay. Entres sus poemas destacan sobre todo los de tema social, con fuerte tono reivindicativo. El único libro que pudo ver impreso fue Ceniza redimida (1950), pero muchos de sus poemas publicados en revistas y diarios se recogieron posteriormente en volumen. Unos de los poemas más importantes de Campos Cervera, seleccionado en esta antología, es “Un puñado de tierra”, en el que el poeta, desde el exilio, con tono pesimista añora a su patria. Anderson Imbert lo calificó como un “poeta sin alegrías”. Se incluyen además dos poemas inéditos, el último de ellos (“El día que me muera”) parece pertenecer a la última etapa del poeta.
Ida Talavera escribe en guaraní y en español. En esta selección, podemos leer poemas de tema elegíaco, sobre la fugacidad de las cosas, de protesta, combativos… En “Lo que yo sé” descubrimos que Ida Talavera no solo es una observadora pasiva de la realidad, sino además alza la voz para decirnos que la realidad es su maestra, la que le ha enseñado a sentir y a reflexionar. Defiende a la mujer en el poema “Mujeres de mi tierra”.
Hugo Rodríguez-Alcalá, además de poeta, es un gran estudioso de la literatura paraguaya e hispanoamericana. El tema del exilio está muy presente en sus poemas. “Proyecto de poema I” evoca a su madre, la describe leyendo tal vez un libro, es una forma de retrotraer el recuerdo de la patria; en “El pueblo” evoca el lugar de la infancia, ese lugar ameno que ahora le parece un sueño.
Oscar Ferreiro es poeta, ensayista y traductor de Apollinaire, Paul Éluard…Entre sus poemas, destacan “Mañana” y “¿…y los dioses”. Ester de Izaguirre concibe poemas reflexivos (“Ignorancia”, “Feria”), intimistas (“Celebrante”) y amorosos (“Estatua”, “Conjuro”).
Elvio Romero es el poeta paraguayo más conocido fuera de su país. La mayoría de sus obras fueron publicadas por la editorial Losada. Influenciado por Neruda, Alberti (este le dedicó un poema y le ayudó a publicar su primer libro, Días roturados), Miguel Hernández,  Herib Campos Cervera,... Como a otros, según Hugo Rodríguez-Alcalá, el exilio lo salvó del anonimato. Pero sin duda alguna, Elvio Romero fue el primer poeta que elevó la lírica paraguaya a un nivel de prestigio.
José Luis Appleyard, que en la escuela estudió a los poetas españoles de la Generación del 27, también sigue la línea de Elvio Romero pero no es un poeta solo de raigambre social, le gusta más hablar de la naturaleza, del paso del tiempo. Es un poeta que no grita, no exhorta, no busca combatir, pero su voz es una de las que más se escucha y queda en la memoria del lector. Sus versos sosiegan, como la misma naturaleza que describen. En esta antología, los primeros poemas son más relevantes.
Otros poetas que destacan son Rubén Bareiro Saguie con sus poemas breves, aforísticos. Raquel Chavez nos ofrece poemas o versiones de los cantos que describen la cosmogonía guaraní, es también un homenaje al antropólogo (y, por qué no, poeta: el que traduce también es poeta) León Cadogán.  Osvaldo González Real, ensayista y narrador, es conocido sobre todo por sus cuentos de temas ecológicos, sus poemas se acercan bastante a la poesía oriental y a la cosmogonía guaraní. Jacobo Rauskin describe en sus poemas la realidad cotidiana. Se trata de un poeta cuya poesía parece engañosamente sencilla. Mezcla incluso el habla coloquial de su tierra con la lengua estándar. El poeta busca acercarse al lector paraguayo hablando como se habla en la calle. Es un estilo que ahora parece estar muy de moda en los poetas paraguayos, sobre todo en la última generación. Elinor Puschkarevich tiene algunos poemas más intimistas y sugerentes, otros tienden al tono confesional, como “Rosi, mi hermana canaria”, en el que nos presente el tema de la amistad. En los poemas de su segundo libro, vemos la preocupación por el paso del tiempo y la añoranza del ayer.
René Dávalos, que tenía solo 22 años cuando falleció, es una de las voces más prometedoras que había tenido la nueva poesía paraguaya. Muestra de ello son los pocos poemas que dejó publicados, piezas como “Ausencia”: “¡Qué sola brilla / –y qué vacilante– / mi vida en tu oscuridad!”. Algunos de sus poemas, como “Joven poeta” y “Al hermano”, hablan de la muerte como si presintiera su propio destino (“Estabas listo para morir: / el cielo como fruta madura negaba su dulzura…”). “La amada”, en mi opinión, es unos de los mejores poemas amorosos que forman parte de este volumen. René Dávalos, con solo veintidós años, podía describir de forma tan madura y reflexiva un tema muy común como el amor. Solo ya eso lo convierte en un gran poeta que merece sin duda estar en todas las antologías paraguayas e hispanoamericanas.
Otros poetas seleccionados son Carlos Villagra Marsal, Renée Ferrer, Carlos Colombino, Jorge Canese, Nila López, Amanda Pedrozo, Joaquín Morales y Montserrat Álvarez. Todos ellos ofrecen un estilo personal y sin duda merecen un estudio y seguimiento pormenorizado.
En fin, esta antología nos presenta una parte fundamental de la poesía hispanoamericana, el capítulo que faltaba por conocer.


C.D.L.



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