sábado, 20 de septiembre de 2014

Cinema Paradiso

Cine que reconforta

Hay películas que son una especie de bálsamo para el alma. Como “Cinema Paradiso”, de Giuseppe Tornatore. Un filme apasionante, que nos regala la historia de una amistad, de un sueño, de un amor, del cine dentro del cine, siempre cargado de literatura, y finalmente, una antología de besos en blanco y negro que llenó de colores, seguramente, a los primeros espectadores que la vieron entonces. Los diálogos, llenos de ironía y ternura, son maravillosos, como los que mantienen, mientras se van en bicicleta, Alfredo y Totó, el simpático niño que nos contagia el amor por el cine:

      Totó— Alfredo. ¿Tú conocías a mi padre?
      Alfredo— Por supuesto. Claro que lo conocía. Era alto, delgado, simpático y tenía un bigote como el mío. Siempre reía. Se parecía a Clark Gable.
      Totó— Alfredo.
      Alfredo— Dime.
      Totó— Ahora que ya soy mayor y voy a quinto… no digo que pueda entrar en la cabina [de cine], pero ¿por qué no nos hacemos amigos?
      Alfredo— Yo elijo a los amigos por su aspecto… y a mis enemigos por su inteligencia. Y tú eres demasiado listo para ser amigo mío. Siempre se lo he dicho a mis hijos: “Tenéis que encontrar a los amigos adecuados”.
      Totó— Tú no tienes hijos.
      Alfredo— ¡Pues cuando tenga se lo diré!