sábado, 21 de diciembre de 2013

Las andanzas del escritor Pablo d'Ors

18/12/13

La alegría es por partida doble cuando descubrimos un buen libro y al mismo tiempo tenemos la oportunidad de conocer al autor de ese libro.
Esa alegría nos la ha brindado el profesor Eduardo San José. Fue él el causante de dicho descubrimiento. Me ha hecho descubrir un libro espléndido, luminoso, escrito con una prosa clara que da gusto leer. La misma fascinación sentí al leer El principito.
En el edificio histórico de la Universidad de Oviedo, comentamos esa alegría que es Andanzas del impresor Zollinger (Impedimenta, 2013), «una novela de la luz», como la llamaría Pablo d’Ors (Madrid, 1963), su autor.
D’Ors se ha tomado la molestia de venir a hablar con nosotros sobre su novela. Igual que nosotros, él está entusiasmado. Quiere saber qué pensamos sobre el libro. Y nosotros (especialmente yo) queremos saber cómo se le ha ocurrido esa historia.
Cuando Eduardo San José lo presenta, Pablo d’Ors comenta que la meta de un individuo tiene que ver con la suma y la resta. «Más con la resta».
«La identidad no se construye, sino se descubre, pero quitando cosas».
Esa humildad, esa franqueza que se percibe en sus palabras me hace bien. Yo, que siempre creí que para llegar a algo hay que sumar y sumar, descubrí que a veces es fundamental quitarnos de encima todo aquellos escombros que impiden salir al verdadero yo que tenemos dentro, que más que ayudarnos nos retrasan y nos bloquean.
Los lectores estamos de acuerdo de que su novela es optimista, religiosa. El tema de la fe en el destino está presente en toda la historia. El tema es el viaje de nuestro héroe August Zollinger, que es expulsado con amenaza de muerte. Y en su recorrido encuentra y descubre el amor, la amistad, aprende otros oficios, conoce otros mundos, se conoce a sí mismo para al final volver a casa, volver a buscar lo que siempre quiso ser, impresor de Romanshorn.
La vida es un círculo, la novela lo es también. El héroe, como Ulises, vuelve a su tierra, allí de donde partió.
            ¿Cómo nace un libro, una historia?
«Este libro lo escribí primero, luego descubrí la idea. No parto de una idea para escribir un libro», responde el autor. Un escritor debe partir, debe ponerse a escribir para encontrar la idea. Ir en busca de la historia. Que la inspiración te encuentre escribiendo.
«Escribir es un acto de confianza».
 Si siempre creemos que no seremos capaces de escribir una historia sin ponernos a garabatear, nunca seremos realmente capaces de escribir un cuento. Algo parecido me decía mi abuela sobre la suerte. «La suerte no vendrá a ti, tienes que ir a buscarla, la encontrarás cuando estés caminando, buscándola». Pero yo nunca creí en la suerte, creo más en el trabajo.
            «La escritura es más sabia que yo», nos sigue diciendo el autor. Lo escucho embelesado, como si escuchara a Platón o a Sócrates.
Deja que la escritura te guie a la historia. Te abrirá los ojos, la mente. Pero para eso tienes escuchar al silencio, porque saber escribir «es obedecer a la voz que quiere hablar», escuchar a esa voz interior. Esto me recuerda la idea platónica que decía que el poeta era solo un intermediario de las musas.
            «La escritura es un acto de revelación», la literatura nos mueve, nos incita, nos desordena. «Para aclarar y educar está la ciencia».
            Pablo d’Ors también nos ha hablado de la literatura de la luz, dice que hay poca literatura de este tipo. Todo porque «el mal es ruidoso y el bien, silencioso». Hay poca literatura de la luz porque es difícil de ver, aclara.
            «La literatura nace en la literatura». Las historias, los personajes, el escenario le surgen en plena lectura de otros autores. A mí, y seguro también que a muchos otros,  me surgen las historias  (aunque a veces no las escriba) cuando estoy leyendo un libro. Pero también cuando converso con algún amigo, con mi mujer, cuando veo la tele, en fin, cuando estoy viviendo. Diría que leer literatura es vivir.
            Pablo d’Ors nos comenta que escribió este libro cuando era profesor de dramaturgia en la Universidad Complutense en Madrid. Y como un niño nos dice: «mi escritor favorito es Kafka».
            Por último me quedo con una frase que es la que más me ha gustado: «La búsqueda de la excelencia estimula». Sin duda alguna, llegar no es más excitante que el recorrido.
Andanzas del impresor Zollinger es una novela que nos ilumina, nos anima a luchar por lo que queremos ser. Como diría Javier García Rodríguez hablando de David Foster Wallace: «es de los pocos creadores cuyas obras nos permiten decir que llegamos a ellas uno, y cuando salimos de ellas somos otro». Lo mismo diría yo de la obra de Pablo d’Ors.
 

domingo, 15 de diciembre de 2013

Rafael Barrett, eterno maestro

                                    
            En octubre de este año, asistí a una conferencia de Antonio Muñoz Molina en la Universidad de Oviedo. Recuerdo que mientras los flashes de las cámaras se disparaban, el flamante Premio Príncipes de Asturias respondía a la pregunta de un profesor: « Últimamente en España, muchas veces se dice que hay escritores valientes y no valientes…y no sé qué. Vamos a ver… En una democracia escribir en libertad no supone valentía. Donde se es valiente es en una dictadura».
Hoy recuerdo esas palabras y me viene a la mente el nombre de Rafael Barrett, escritor valiente por antonomasia, que había denunciado sin miedo en sus escritos la barbarie a la que estaba sometido el pueblo paraguayo, sobre todo los abusos y la esclavitud que sufrían los obreros en los yerbales. 
El próximo martes, 17 de diciembre, se cumplirán ciento tres años de la muerte de Rafael Barrett,
fue el maestro por excelencia del Paraguay. Recuerdo, como si fuera el día de mi cumpleaños, la fecha de su nacimiento (Torrelavega, 7 de enero 1876) y la de su temprana muerte (Arcachón, 17 de diciembre de 1910).
Nací intelectualmente la primera vez que leí una obra de Barrett. Fue El dolor paraguayo, ese libro que es un tesoro en sí mismo. No hay página en él que no resulte inolvidable. Recuerdo una frase que había escrito no sé si era en este libro u en otro, que decía «el prisionero resuelto a evadirse buscará la lima que corte la reja. Aprender a leer es encontrar la lima.» Yo soy solo uno de sus discípulos y todo lo que él ha escrito, hoy es una guía para mí.
Nadie puede dudar de que Rafael Barrett, como dijo Augusto Roa Bastos, «nos enseñó a escribir a todos los escritores paraguayos». Bueno, yo todavía estoy aprendiendo. Barrett nos enseñó a pensar, a ser valientes, a mirar con ojos críticos todo los que nos rodea. Porque la valentía del periodista o el escritor consiste en defender la justicia y denunciar lo injusto sin temor a nada.
La misma descripción que había hecho sobre su maestro Echegaray podríamos aplicarle al maestro Barrett: su cerebro era «un aparato de precisión». Barrett era pura idea, pura razón, infatigable y brillante. Sus ideas creadoras nutren, ennoblecen y fecundan hasta hoy día el pensamiento.
            Cualquier tiempo es bueno para leer a Barrett, pero esta semana resulta especialmente apropiada. Tal vez así podamos manifestar nuestra gratitud y demostrar que no fue una voz que predicaba en el desierto.
Para esta personal conmemoración entresaco algunos aforismos de sus textos.

El único delito social es la miseria.
*
¿Queréis que vuestro amor dure? Alimentaos bien.
*
Necesario es luchar; y lo necesario no puede ser malo.
*
El gobierno es tanto más sólido cuanto más débiles y viciosos son los ciudadanos.
*
¿Qué es necesario para matar? Bien poca cosa: un arma y una cobardía.
*
Pensar es exponerse a ser decapitado, porque es levantar la frente.
*
Seamos bastante grandes para amar sin causa.
*
El hombre sincero merece sufrir. Por mucho que yerre, lleva en sí un átomo de esa cosa terrible: la verdad.
*
El mal es profundamente insignificante, porque no es capaz de defender el mundo.
*
Tal es la función de la beneficencia: conservar los pobres, única manera de conservar los ricos.
*
Para dominar es necesario comprender.
*
La ciencia nos arma para la vida y nos desarma para la muerte.
*
El mate lo ha escuchado todo, lo ha adivinado todo, confidencias terribles, esperanzas siempre abatidas, juramentos sombríos.
*
La patria, hogar común, es desgraciada y débil porque los hogares individuales lo son.
*
Lamentable cosa: encontrar ya escrito lo que habremos de hacer y de pensar.




miércoles, 27 de noviembre de 2013

El temor

En este lago
mi toro no bebe agua.
Tiene miedo a los cuernos
de su propio reflejo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Cruzar la Línea roja

            José Luis García Martín
            Línea roja
            Impronta, Gijón, 2013.

Cuando los libros ocupan nuestros días, la vida puede ser una soledad elegida, placentera, un acierto. «Los libros me han acompañado siempre –diría Javier Almuzara–. En los buenos tiempo, embelleciendo mi alegría; y en los malos, enriqueciendo mi soledad con otras vidas». No conozco a otro hombre cuya soledad sea más rica que la de José Luis García Martín; siempre que lo veo va acompañado, abrazado a un libro. 
Una foto machadiana de JLGM
(Maria Jesús Florez)

He cruzado la Línea roja, último diario de José Luis García Martín, que acaba de publicar la editorial gijonesa Impronta. Me sorprende la capacidad que tiene de llenar cada día de su vida con nuevas historias, y no repetirse. Y si acaso lo hace, procura que no se note demasiado.
En este diario leemos comentarios del autor sobre temas de historia, inquietudes políticas, anécdotas, recuerdos… todo ello en forma de literatura. Nos encontramos con aforismos, a veces desparramados de aquí para allá en su prosa. También reflexiones religiosas: «Dios te ama, pero hay amores que matan». El autor se nos declara ateo, pero siempre habla de Dios.
Una frase perfecta para el que es un poco veleta: «Quien solo se ha enamorado una vez no se ha enamorado nunca». Yo he perdido la cuenta de cuantas veces me ha sucedido. Pero como diría yo, un hombre que tiene un gran corazón no puede tener solo un amor, no le bastaría.
José Luis García Martín sabe cómo no aburrir a sus lectores. Antes de que nos aburramos, ya cambia de tema. Por eso nos ofrece, en cada fecha, una entrada distinta. Cada una de ellas tiene nombre y apellido, y no todas las entradas siguen el mismo esquema. A veces podemos encontrarnos con una series de haikus, que suele escribirlos cuando se aburre: «Ese ladrón / cada día que pasa / roba un día». Al comienzo del libro ya nos advierte que podemos leer el libro de dos maneras: «Comenzando por cualquier parte o comenzando por la primera página. Ambas maneras resultan igualmente válidas».
Al leer Línea roja parece que estamos leyendo varios libros a la vez: uno de poesía, de ensayos, de relatos, de historias…
            La literatura de este escritor, como la de todos, es tradición. Y la historia de la literatura es la historia de la vida de José Luis García Martín. De la literatura hace su cada día. Pero el diario es solo la forma que utiliza García Martín para volcar en ello toda su literatura.
            Quien cruce por la Línea roja comprobará que es una antología literaria, y al cruzarla ya no habrá marcha atrás.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Primavera anticipada


En una mañana de agosto amanecieron con nuevas flores las orquídeas de mi abuela. Todavía no era primavera, pero, como si madrugaran, sus flores han despertado abriendo sus bellos pétalos colgantes, cual zarcillos de galopera.
Mi abuela, que tanto se alegra, trae su silleta y se sienta junto a las frescas orquídeas para tomar su cotidiano mate. Más tarde, a media mañana, pasan unas señoras vestidas de oficina y ven las flores. Le piden si no podría darles unas flores. Mi abuela les niega con la cabeza. Pero las mujeres que ponderan tanta belleza, le ofrecen por un solo ramo doscientos mil guaraníes (más de treinta euros). Aún así mi abuela les dice que no. Más tarde, sonriente, me comenta que prefiere morir de hambre antes que dar sus esperadas orquídeas.
–Total, la belleza y el dinero duran poco tiempo. Y a mí que ya tengo mucha edad –dice mi abuela–, me alegran más las flores.

martes, 17 de septiembre de 2013

El malabarista

En una de las calles de San Lorenzo, un malabarista canta al compás del rugir de los motores, que esperan atentos ante el semáforo que se encienda el color verde. Nadie se fija en los ojos rojos del malabarista, a nadie le maravilla ya lo que hace.
El malabarista sigue cantando su pena, y sigue moviendo sus manos infinitos. Mantiene la mirada en un solo punto, conseguir algo para comer. Su boca, ese abismo, se abre al cielo mudo. La noria sigue girando en sus manos, esas manos cansadas de pedir, cansadas ya tenderse ante las ventanillas polarizadas de los ojos que no quieren ver el color de la realidad. La miseria gira en esas manos. De alguna forma, cual ave negra, se posa también en la nuestra, y sigue y sigue su vuelo, emigra y nunca muere la miseria.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Un lugar ya muy lejano

Cuando yo era chiquillo, en las siestas, mientras todo el mundo dormía, solía bandidear por el pueblo con una hondita en la mano. Aún no conocía los videojuegos. Los ancianos me prohibían disparar a los cardenales. Esas aves con el casco rojo, el pecho blanco, las alas y la espalda como el color del plomo, siempre limpios como los hijos de la lluvia. Son aves sagradas. Los viejos me decían que Dios se iba a enojar conmigo y enviaría al viento contra mí, para llevarme muy lejos de mi tierra si perseguía a sus cardenales. Yo nunca hice caso de aquellos consejos.
Y mírenme dónde estoy ahora. Cual hule que lleva el viento… Por eso, mita'i churi, no dispares a los Cardenales de casco rojo, porque el viento podría llevarte a un lugar muy muy lejano.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Un amigo


Algunos perros ya te quieren sin ni siquiera  conocerte. Se acercan a uno con cierta timidez para hacerte compañía, como este que se acercó a mí una noche fría y solitaria, en Caaguazú, mientras espera el colectivo que me iba a llevar a Repatriación.
Algunos perros tienen algo en la mirada, como si acabaran de llorar. Llevan el rabo entre las piernas, como si acabaran de ver el rostro del miedo.
Al verlo allí, tan solo, quería llevarle conmigo, ayudarle, como a mí me ayudaron y lo siguen haciendo, como a mí me siguen abriendo las puertas... Pero yo no hice nada para darle un hogar.  Allí se quedó el perro con su fría y oscura noche. Yo seguí mi camino. Soy más bandido que él. Ese perro sigue en su tierra, ¿es más patriótico que yo?

sábado, 14 de septiembre de 2013

El pescador de sueños

No solo los peces se ríen de ti, pescador, sino también las golondrinas. Tu vida es así, algo parecido a la mía. Pero por la noche vendrá tu novia la luna, para hacerte compañía y contarte lo que ha visto en otras tierras. Quién como tú, pescador, que sigues tan fiel, esperando en tu sueño. Aunque la mierda te invada, tú fe es fuerte como tu corazón. Solo yo te comprendo, creo, igual que tú, que algún día consiguiéremos nuestro sueño. Ese gran pez no andará ya muy lejos…

viernes, 13 de septiembre de 2013

Repatriación, la cuna de los amigos

29 de agosto

        Soy el trotamundos más rico del mundo. Hoy, por ejemplo, he amanecido en uno de mis tantas casas (en este caso la preferida) que tengo por el mundo, en Repatriación-2ª Línea Irrazábal (Pueblo de Dios). Y antes de que todos despierten recorro las calles del que hace pocos años era solo un pueblo y que ahora es toda una ciudad. Busco a los viejos amigos. Muchos ya no están, están fuera, en otro lugar, en otro país. Pero encuentro a algunos, y ellos me alegran el día. Me gusta volver a pisar la tierra que en mis años de adolescente me conducía a la escuela, a mi casa, a la casa de mis amigos… Pisar la calle donde todo empezó, desde donde salí un día sin saber hacia dónde me conduciría el azar. Tanta fue mi sorpresa al descubrir que he vuelto donde he empezado. Me doy cuenta que todavía no he dado ni un paso. ¡Tanto por recorrer aún que me queda! Me emociono entonces, ¿la aventura acaba de empezar realmente?

jueves, 12 de septiembre de 2013

El Mercado 4


            El Mercado 4 es el mercado de los pobres, pero también es el alma de la ciudad. En ese lugar el sentido de la vista disfruta de un variado colorido de las mercancías. El sentido del olfato se deleita con los olores de las frutas, del asadito frito… Solo el ruido puede que nos moleste un poco, pero no olvidemos que estamos en un mercado donde escucharemos de todo. Pero concentrémonos solo en las vendedoras, ellas son la voz de ese lugar.
Todo lo que necesita la gente lo encuentra en el Mercado 4.
Se ha formado en este lugar un cosmopolitanismo comercial, hay vendedores de todas las nacionalidades, desde coreanos, chinos, árabes, africanos...
–¡Empanada de mandioca barato!, ¡empanada de mandioca barato! –pasa gritando el hambre, sin ir muy lejos.

Perderse en el Mercado 4 es la mejor forma de reencontrarse con uno mismo. Ya no veo a los escuálidos y silenciosos caballos  (o burricos) arrastrando la carreta. Ahora abundan las motos y los carromotos. En este emblemático lugar, las vendedoras más amorosas te salen al paso, diciéndote con una sonrisa: “Amor, qué estás buscando… Cielo, qué le podemos ofrecer? Cariño,…?” Ellas saben cómo subirnos la autoestima. Y como la afectividad es a veces efectiva, de vez en cuando compro algo. Un cocido con chipa, por ejemplo, ese sabor auténticamente guaraní. Pero cuidado, después del éxito de la película paraguaya 7 cajas los precios han subido en este laberinto y a la vez paraíso comercial.
Los carretilleros pasan con las ruedas chirriantes de su carretilla. Como en la película, buscan a quien llevarles hasta el colectivo, o el taxi las cajas que contienen mercancías. Al recorrer por los pasillos del Mercado 4 me parece escuchar la voz de una chica que grita: “Corrée, Víctor, Corrée, Víctor”. Esa voz parece que se dirige a mí, pero un poder extraño se apodera de mis piernas. Me quedo paralizado ante lo inevitable...

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Visita al lago ypacaraí (Areguá)

Lo que a mí me pasó al ver en un solo plano el árbol florido del tajy, el limpio cielo azul y el lago, fue un amor a primera vista.
Después de ver este paisaje, comprendo por qué Gabriel Casaccia nunca dejó Areguá, por más que se haya exiliado a la Argentina. Su pensamiento siempre estaba por estas calles que nos llevan al lago Ypacaraí. En Areguá sus sueños se alimentaban de los colores de este lugar…  Aquí todo es para siempre, hasta la belleza.
Según creo yo, ‘Are’ significa durar, eterno; y ‘gua’ de. Areguá significa ‘de lo eterno.’
No he podido explicar hasta ahora lo que he sentido al encontrarme en este lugar. Da gusto pasearse por sus rincones, ir caminando desde la Iglesia de la Virgen de la Candelaria hasta el Castillo Carlota Palmerola, luego, pasar por la vieja estación del ferrocarril donde ayer nomás paraban los asuncenos en los días de verano, para al final dirigirse al lago. Sencillamente me siento agradecido por conocer un poco más sobre mi país. Hay cosas que brillan ante nuestros ojos y no las vemos.

Areguá también es conocida como la ciudad de la frutilla. Mientras una señora me sirve una jarra de jugo de fresa, me cuenta que hace muchos años, un vendedor de este lugar recogió unas frutillas de su huerta para venderlas en el mercado asunceno. Se marchó en el tren de la mañana, y cuando volvió al medio día, alegre compartió con sus hijos el éxito de su venta. Las frutas eran tan dulces que quien las probaba compraba algo. Desde entonces toda la ciudad cultiva y vende la fruta más dulce de este lugar.

martes, 10 de septiembre de 2013

La carreta, símbolo de la agricultura paraguaya

En el Puerto de Asunción me encuentro en una plazoleta uno de los símbolos paraguayos, la carreta. Al verla allí me viene a la mente uno de los versos de una canción que ya se ha hecho popular en Paraguay. Dice la canción: “la carreta es el rancho que camina, con el tiempo ha dormido en su rodar”.  
Yo, al igual que Elvio Romero, de pequeño siempre quise ser carretero. No solo para sentirme libre sino también porque me gustaba holgazanear. Muchas veces dirigí la carreta que traía la mandioca, el maíz, el algodón, la leña, la vida…Esa carreta es la cuna apacible donde se mece el antaño sueño paraguayo. De la huella de la carreta nacieron todos los caminos de este país. Es símbolo de nuestra agricultura. En la foto el yugo reposa, sigue esperando al buey que anda por ahí errante. Hay muchos bueyes, pero pocos carreteros.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Los niños de la Chacarita

18 de agosto

En uno de los bancos de la plaza, frente al Cabildo, me siento a descansar de mi larga caminata por Asunción. Unos niños pasan corriendo junto a mí, como si acabaran de salir de la escuela (no sé si van a la escuela, seguramente que no). Vienen gritando en guaraní: “Quien llega último es un tonto”. Un policía, muy serio, les dice algo. Uno de los niños, el más sucio, se detiene y llama al uniformado por su nombre, este sonríe y el niño se aleja corriendo. Todos se tiran en la fuente, gritan, están felices. Bajo la petrificada mirada de Juan de Salazar y Espinosa –fundador de Asunción– hacen volteretas en el aire y se zambullen en el agua. Me alegra saber que los niños de la Chacarita aprovechan la fuente que está frente al Cabildo de Asunción, ellos saben que el agua de allí es mucho mejor que la del río. Son listos, de eso no hay dudas.

Mirador de Ita Pytã punta

17 de agosto

‘Ita’ significa piedra, roca; ‘pytã’ rojo. ‘Ita pytã punta’  La punta de la roca roja.
Por la tarde me acerco al mirador de Ita pytã punta. Después de seis años vuelvo a contemplar un atardecer paraguayo, vuelvo al río de mi niñez. Por esta orilla, sentado sobre alguna piedra me ponía a pescar mientras veía a este mismo sol deslizarse para dejar que la luz de las estrellas tomara también protagonismo. Sobre la misma piedra limpiaba los peces capturados, el mandi’i, algún tres puntos, un armado…Cuántas tardes sobre la misma piedra soñé que algún día alcanzaría mi sueño.
Mientras contemplo mi primera tarde,  me viene a la mente mi primer mandi’i, cuya piel plateada ilumina mi recuerdo. Este sol que tarda un poco más en meterse parece que se alegra al verme, como Argos a Ulises, parece ser que es el único que me reconoce. ¡Cómo dejar de ser niño!, si sigo sintiendo lo mismo que hace quince años, ¡alegría! Es como si nunca me hubiera ido, es como si aún siguiera sentado, pescando por algún sueño, sobre la piedra de la que hoy solo quedan arenas.
Hoy miro el ayer desde una parte de mi sueño, y soy feliz.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Alba González Sanz, la ciudad y la poesía

Todos tenemos una ciudad en la que nunca estuvimos, pero a la que cada noche soñamos atravesar. Algo así decía el poeta Martín Lope-Vega: “todas las ciudades tienen un río que las atraviesa en sueño.” La poeta Alba González Sanz en Apuntes de espera habla de Madrid, esa ciudad “donde el mar no se puede concebir” como diría Sabina; recuerda a Lisboa, recuerda a la ciudad en el buen sentido de la palabra.
Alba González Sanz nació en Oviedo, el año 1986. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Ha publicado los libros Apuntes de espera (2010), XI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven, y Parentesco (2013).  En 2006 creó la asociación cultural Hesperya. Recientemente ha sido incluida en la antología Entre sin llamar (2013).
En los poemas de Alba González Sanz siempre hay una ciudad donde “nada vivo queda” salvo el amor, “donde los niños / regresan solos del colegio”, donde la lluvia golpea “con el fervor de un cincel segando piedras”, donde ferrocarriles fantasmas nos “separan del suelo”. A esa ciudad nadie pertenece, y sin embargo todos, de alguna manera, pertenecemos. “Esa ciudad que no nos necesita”, mientras dormimos, es la única que nos mira y alimenta nuestros sueños…
Pero a veces la ciudad carece de voz. Alba González Sanz le ofrece la suya. Su cálida voz canta a la ciudad, le da vida y sosiego.
La ciudad de alguna manera nos educa, también nos convierte en gatos astutos. En ella aprendemos a sobrevivir. La ingenuidad en ella es flor de un solo día.
Alba González Sanz cree que “quizá la muerte se parezca a amarse”. Amarse a uno mismo, amarse los unos a los otros. Amarse hoy porque la ciudad puede que mañana nos haga olvidar muchas cosas, hasta de dónde venimos…

1- Aparte de la poesía, ¿qué otros géneros literarios cultivas?
Siempre me ha interesado la prosa pero, hasta ahora, en el sentido del diario o –cosa laboral– de la escritura académica. En todo caso, la escritura es para mí una cuestión amplia en la que los textos van revelando su pulso y su respiración en función de lo que se desee contar o cantar; aunque sí es cierto que me ha preocupado más la poesía desde que tengo memoria. En los últimos meses, sin embargo, estoy explorando la narrativa con pies de plomo.
2- ¿Utilizas mucho las redes sociales? ¿Qué piensas sobre esas herramientas informáticas? ¿En qué sentido crees que favorecen a la sociedad y en qué sentido no?
Utilizo bastante aquellas que me parecen útiles o que se han incorporado a mis hábitos de entretenimiento: por ejemplo, uso mucho Facebook pero el Twitter lo abandoné por aburrimiento. Ya que las has llamado herramientas, llevo por ahí mi reflexión: mientras desempeñen adecuadamente la función que les quiero dar y resulten de ayuda, a mí al menos me sirven (no me atrevo a decir lo que le serviría o no a la sociedad como conjunto). Como con todo en Internet, hay que tener cuidado con las trampas y el barullo, el ruido entre tanto acceso posible a la información, pero esa prevención vale para otros soportes y lenguajes, aunque hoy parece que lo hayamos olvidado.
3- ¿Cómo se te ocurrió el título de Apuntes de espera y el de Parentesco, tu último libro?
Empiezo por Parentesco que lo tengo más próximo: por la temática del libro, trabajaba con la idea de lo genealógico y lo familiar, con el tema antropológico de las estructuras del parentesco. De hecho, hay un poema titulado “Estructuras imaginadas del parentesco” que durante tiempo fue el título general del conjunto. Una buena amiga me convenció de que dejase nada más la palabra, como un talismán, y creo que fue un acierto. En el caso del primer libro, el título salió de pronto trabajando con ideas sobre el diario, el viaje, el relato… Se trató de dar la vuelta a lo que tenía: en lugar de diario, apunte; en lugar de viaje, espera. Es un libro breve con textos que esperan a la persona amada mientras está fuera, lejos, y el título una vez pensado, encajó.
4- En Apuntes de espera, la mayoría de tus poemas no llevan título. ¿A qué se debe?
Por lo que te comentaba de anotaciones, apuntes, al hilo de un mismo conjunto, los números romanos me resultaban más atractivos: marcan la temporalidad, que es la sensación que quería destacar. Los que tienen título es probablemente porque lo tenían antes de que los insertara en el poemario.
5- Entre tus poemas encontramos citas de canciones, de cantantes como Quique González e Ismael Serrano. ¿Encuentras inspiración en la música? 
Inspiración en el sentido del texto, sí. Es decir, los dos autores que has citado me interesan (o interesaban, en el caso de Ismael Serrano) en tanto que hacedores de canciones que tienen para mí el mismo efecto que el poema, amplificado y canalizado a través de lo musical, claro, que le da otra dimensión. No soy melómana pero sí obsesiva y la música tiene la virtud de encajarle bien a esa necesidad de escuchar aquello que provoca ese placer para mí mágico que da el sonido (y digo mágico porque su funcionamiento en lo técnico se me escapa por completo).
6- Yo suelo leer dos libros a la vez, uno de poesía y otro de prosa (novela, cuentos, ensayos). ¿Lees tú también más de un libro a la vez?
Simultaneo por obligación, no por placer: por un lado van las lecturas de la tesis doctoral y, por otro, la literatura. En esta última, suelo preferir ir en orden, dedicarle a cada texto toda mi atención mientras estoy con él. 
7- ¿En qué momentos sueles escribir?
Si por escribir te refieres a sentarme delante del papel a ejecutar un poema, no sabría responderte. Soy de anotaciones, de apuntar ideas, de observar. Eso a diario. Después, en algún momento, el cuerpo sabe que toca convertir eso en materia si no ordenada, al menos con algo más de entidad que el verso suelto o el mero apunte. Cuando llegan esos momentos, esa necesidad de escribir en condiciones, paralizo todo lo demás para ello al menos hasta que logre el objetivo propuesto (sea un poema, cuatro, o diez).
8- ¿A qué poeta gustaría parecerte en tu obra?
Me cuesta escoger. No me gustan las listas de favoritos. Las considero injustas. Te diría y espero que no suene excesivo, que más que parecerme a alguien en la obra, me gustaría parecerme a poetas que admiro en la coherencia y la propuesta vital. Eso me haría más feliz, retrospectivamente, que una comparación en nota al pie con algún gran nombre que admiro. Yo leo, aprendo y escribo. Mucho se filtra en la escritura, claro, pero el esfuerzo es siempre encontrar los tonos que expresan la propia voz, incorporando con respeto y admiración aquello que otras voces me han enseñado en sus textos. Pero a nivel de parecidos prefiero lo humano porque escoger un solo nombre en lo poético no se ajustaría a mi manera de entender ni la vida ni la literatura.
9- Hay un aforismo de Anthony de Mello que dice: «el amor beneficia más al que ama que al que es amado». Si tuvieras que elegir, ¿qué preferirías, amar o ser amada?
He de confesar que les tengo cierto reparo a las frases sentenciosas que parecen esconder verdades absolutas, sobre todo cuando se mueven en los términos de la paradoja. Me gusta una  cita de Camus, en este asunto, que dice “Si bastara con amar, las cosas serían demasiado sencillas” (cito de memoria, en todo caso pertenece a El mito de Sísifo). Entiendo el amor (si es que eso es posible) como algo circular en lo que amar y ser amada son hasta cierto punto indistinguibles si nos referimos a la relación de pareja.
10-¿Te has preguntado alguna vez qué sería del ser humano sin literatura? ¿Crees que los que nos dedicamos a esta actividad nos podríamos dedicar a algo mejor? ¿Crees que la literatura, y sobre todo la poesía, es una necesidad vital?
Voy a responderte yendo a mi experiencia porque creo, de nuevo, que es desde donde puedo hablar con algo de tino. No quiero pensar al ser humano como especie sin imaginación expresada a través de lo artístico, de lo original y de lo creativo. Creo que, en todo el horror que puebla la historia y la vida, eso es tan definitivo y tan humano que si no, seríamos otra cosa, máquinas o muertos andantes. Ahora bien, perdido el sentido de lo popular en la creación, elevados los asuntos de literatura a torres de marfil y plantado el campo de batalla de las filias y las fobias, efectivamente pienso que para ese viaje no hacen falta alforjas. Para mí la escritura (y la lectura) es una necesidad porque es mi forma no tanto de expresión (que ahí el empeño lo tendrán que valorar otras personas) sino de pensamiento y mediación con el mundo. Por eso la considero necesaria en mi caso, porque no sé ser sin ella. 
11- Si te ofrecieran un trabajo para enseñar Literatura Española en un país sudamericano, como por ejemplo, Paraguay, ¿aceptarías? ¿Conoces algo de la literatura de ese país?
Pues tal y como está España, me temo que no nos va a quedar otro remedio a muchas de las personas que nos estamos formando en ese sentido. No puedo hacer apuestas pero intuyo que si para hacer algo que me apasiona me tengo que cambiar de continente y las condiciones personales y materiales son las adecuadas, creo que lo haría. Y sobre literatura paraguaya, lamento confesar que más allá de Augusto Roa Bastos, desconozco a otras autoras o autores.


miércoles, 7 de agosto de 2013

Un poema chino en guaraní



Ahasáronguare hina Dagaodu rupi ko’ẽmbota jave 5 jasyteĩ 1180-pe

Aratimbo ndohejái ahechá porã
ysyry guasu ha yvykuéra iñakárapu’áva.
Jagua ñarõ ha gallo sapukáimante
oikuaaka chéve iñaguĩmaha peteĩ táva ijyvypórava.
Yga ñande gueraháva henyhete
peteĩ ysapy rypy’a morotĩpe.
Umi peteĩha tapykuere opytáva hi’ári
ha’e ohejáva che zapatu.


Pasando por Dagaodu en la madrugada del 5 de enero de 1180

La niebla no deja ver con nitidez
ni el río ni las montañas.
Sólo los ladridos y el canto de gallos
anuncian la proximidad de una aldea.
El barco de pasaje está cubierto todo
de escarcha.
Las primeras huellas sobre ella
son las dejadas por mis sandalias.

            Yang Wanli (1127-1206)

martes, 16 de julio de 2013

Ana Vega, una voz llena de vida

 «Piensa todos los días en la muerte– decía Rafael Barrett–, y tu obra resplandecerá de vida.» Y la escritora Ana Vega, en  El cuaderno griego, habla del dolor, del silencio,  del «no muerto», ese cadáver vivo que respira en la oscuridad, oxidándose hasta perderse para al final encontrarse a sí mismo, para descubrir su propio yo, su propio camino. Ana Vega conoce la noche que nos habita, reflexiona sobre el mundo de forma tan íntima que nos identificamos con sus pensamientos. Ha vuelto de la soledad, para contarnos que a veces es necesario «volver al dolor. Lo conocido.» Ana Vega nos confiesa cómo es la oscuridad, cómo es sentirse solo, cómo «sobrevivirnos».
Ana Vega nació en Oviedo, el año 1977. Es poeta, narradora y crítica literaria. Entre sus libros podemos citar El cuaderno griego (2008), Realidad paralela (2011), La edad de los lagartos (2011), Llanquihue (2012), Herrumbre (2012). Ha obtenido el Accésit del XXVI Premio Nacional de Poesía «Hernán Esquío» 2008 y ha sido galardonada con el Premio de la Crítica de las Letras Asturianas 2011.
La conocí en un taller literario en la que enseñaba poesía. Ella me hizo descubrir a Hugo Mujica, me habló Cortázar, de Emilio Pacheco, y de otros grandes poetas. Fue la primera poeta asturiana que leí.
Ana Vega tiene unos versos cuyo silencio dice todo: «Si me rescatas / del frío / prometo / abandonar el invierno / para siempre.» En sus poemas encontramos, a veces, versos de una sola palabra, suficiente para hacernos sentir humanos, suficiente para decirnos lo importante.
Ana Vega es sobre todo una buena lectora de poemas, es un placer oírla recitar. Como dijo Saúl Fernández en el epílogo de El cuaderno griego, «es una delicia que sobrevive todavía». Su voz nos queda en la memoria y calma la fiera de nuestro interior.
Como persona, Ana Vega brilla, y nos ilumina cuando nos regala una sonrisa que muestra la inmensa luz que habita en su interior.

1-   Supongo  que te gusta todo tipo de poesía, pero imagino que habrá algún tipo de poesía que te guste en especial. ¿Nos podrías decir cuál es y por qué?
Me gusta encontrar en los libros que leo cierta verdad, donde reconocerme, aprender, adquirir cierto conocimiento de mi misma y de todo cuanto me rodea, algo que podría aplicar a cualquier tipo de lectura.
2-   ¿Corriges mucho? ¿Cuándo te das cuenta que un poema está listo?
La corrección forma parte de la escritura, incluso de la lectura puesto que quien escribe ya no vuelve a leer del mismo modo, se pierde esa inocencia primera, lees de otro modo, con más atención, con cierta deformación profesional. En cuanto a mis textos, si la publicación no me los «arrancase» de encima, no los daría por acabados jamás. Sigo volviendo a ellos una y otra vez, limpiando, eliminando, exigiendo más y más concentración, más exactitud.
3-   ¿Cómo describirías tu propia poesía? ¿En qué tradición literaria te ubicarías?
No me identifico con tradición alguna, evidentemente todos y todas somos producto de nuestras lecturas, nuestras experiencias y gustos, pero intento buscar siempre un nuevo reto, un nuevo modo de escribir, de afrontar la escritura, de describir, de trasladar a la página en blanco un nuevo universo, indagar siempre más allá, dar un paso más.
4-¿En este mundo de hoy en día crees que la poesía sigue siendo necesaria?
No sabría decir si la poesía es necesaria o si cualquier otra cosa o elemento se podría calificar como necesario, la supervivencia nos dice que todo es prescindible, la realidad reduce lo imprescindible al grado máximo. Desde luego la escritura, lectura, poesía, sigue siendo refugio, vínculo, vehículo de aprendizaje, historia personal de muchos, algo que va conmigo, para mí sí es y sigue siendo necesaria.
5- Has publicado libros de poemas y narrativa, ¿en qué modalidad te sientes más cómoda? ¿Cuál es tu preferida?
Sin duda el relato corto, el género que más admiro, con el que me siento más cómoda y que supone un desafío constante para mí.
6-   Hay un poema tuyo que me gusta mucho. Se titula «Nunca» y he tenido la oportunidad de escucharte leerlo varias veces. Creo que también está en youtube. ¿Te identificas con este poema? ¿Cómo te surgió, qué te llevó a escribirlo? ¿Qué sientes al leerlo?
Identificarse no lo tengo muy claro, llego a identificarme con lo que escribo como algo que he conseguido trasladar del pensamiento a la materia, como algo personal en ese sentido, no como algo vivido como propio, a veces sí o no, escribes y describes lo que reconoces como propio pero no necesariamente como vivido en carne propia, tan sólo te ha alcanzado de algún modo. Ese poema narra la facilidad con que creemos reconocer al otro, de elaborar un esquema o esbozo del cuerpo o ser ajeno y la imposibilidad de este hecho, me gusta pensar en el otro como un misterio imposible de desvelar. Y al contrario, nuestro cuerpo o alma como algo totalmente ajeno al otro en lo más profundo. No recuerdo cómo surgió, casi nunca recuerdo el punto de partida y a veces ni el poema mismo o relato, una vez escritos o publicados pasan a formar parte de material de corrección o bien de algo que ha formado parte de una etapa ya vivida y agotada, me desprendo, en este sentido, de ellos.
7-   ¿Qué piensas de la soledad como compañía?
Me gusta la soledad y me parece una de las compañías más importantes y necesarias, para poder estar al lado de alguien es necesario haber aprendido a estar con nosotros mismos y «sobrevivirnos» de algún modo.
8-   ¿Qué piensas de la métrica, de la rima (consonante y asonante)? ¿Y del verso libre?
Reconozco una incapacidad ante la métrica, puedo aplicar las normas pero el verso se ahoga, en mi caso, no respira, se nota la presión y el artificio. Admiro a los escritores que dominan todo registro.
9-   ¿Has leído alguna vez la obra de algún escritor paraguayo?
Desconozco la literatura de Paraguay, pero me gustaría conocerla más a fondo, muchos libros por leer, voces por descubrir, lecturas…
10- Has publicado libros de poesía, de microrrelatos. ¿Alguna vez piensas publicar una novela?
No pienso tanto en lo que me gustaría publicar como en lo que me gustaría escribir, escribir una novela era un reto pendiente que por fin he llevado a cabo, la novela ya ha sido escrito, por tanto, mi reto conmigo misma, logrado.
11- ¿Tienes algún libro de cabecera? ¿Qué libros te han impactado más a lo largo tu vida?
Tengo muchos libros de cabecera, los libros de cabecera coinciden con los libros que más me han sorprendido, M. Duras, Flannery O’Connor, Camus, Cortázar... En cuanto a títulos, serían muchos para añadir aquí. Un libro especial para mí, por muchas razones, es El Amante, de M. Duras.
12- ¿Cuánto hay de autobiográfico en su obra literaria, sobre todo en tu poesía?
Nada y todo. Nada en cuanto a que nada habla de mí, y todo en cuanto a que todo habla de mí también, no de un modo autobiográfico estricto sino una especie de autobiografía sentimental o reflexiva de todo cuanto me rodea.
13- En el libro Llanquihue, uno de tus microrrelatos se titula «Amigas» y dice: «Ella dijo: soy tu mejor amiga. La otra, respondió: puedes traicionarme ahora o dejarlo para más tarde, es lo mismo.» Y ahora te pregunto: ¿Qué significa para ti la amistad? ¿Te ha traicionado alguna vez algún amigo?
No sabría elaborar una definición clara de la amistad. Hace unos años habría respondido sin duda de otro modo, puedo decir que mi concepto de la amistad ha cambiado, antes diría con total convencimiento «creo en la amistad y en el amor», ahora no puedo decir esto sin cierto escepticismo. Creo en lo que veo, poco o nada más, creo en la amistad infinita que he visto y sentido en mí y a mi alrededor, ídem con el amor. Más allá de eso no creo en nada. La amistad al igual que muchas otras cosas es básicamente respeto, lealtad, sinceridad, honestidad e integridad. En cuanto a la traición, no creo tanto en la traición como en la decepción y la decepción no deja de ser algo subjetivo pues parte de nuestra propia percepción y la diferencia del otro. A veces perdemos la capacidad incluso para ser decepcionados, quizá sea el producto del paso del tiempo, para bien y para mal.
14- Aparte de dedicarte a escribir y a otras muchas ocupaciones laborales, también te dedicas a colaborar con organizaciones como Asturias Acoge, asociaciones que ayudan a personas desfavorecidas, inmigrantes, parados, etc. ¿Crees que es fundamental ayudar a la clase más necesitadas? ¿Cómo se puede ser solidario hoy en día cuando todo el mundo parece estar necesitando ayuda?
Creo que podemos ayudar al otro en cualquier momento, no es necesario colaborar con entidad alguna o luchar por las grandes causas, si cada uno de nosotros siguiese unos parámetros mínimos de humanidad cada día con todo su entorno, de manera automática, cual dominó, esto se traduciría en un importante cambio. La solidaridad comienza con quien tenemos más cerca. De nada sirve ser solidario si no sabes tender tu mano hacia quien gime a tu lado.