domingo, 3 de julio de 2011

Madre

Porque creo que en los cielos, arriba,
los ángeles que uno a otro se susurran
no hallan entre sus palabras de amor
ninguna tan devota como "Madre",

 siempre te llamaré por ese nombre,
tú que eres más que madre para mí
y llenas mi corazón, pues diste vida
a mi amada y su espíritu tan libre.

 Mi propia madre, que murió muy pronto,
no era más que mi madre, pero tú
eres la madre de quien yo más quiero,

y así eres más querida tú que aquélla,
igual que, infinitamente, a mi amada
la quiere más mi alma que así misma.

El poema titulado “Madre”, de Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963), que aparece publicado en su libro Lejos (Ediciones de La Isla de Siltolá), es una variación de un soneto de Edgar Allan Poe. Trae un fondo de reflexión porque nos muestra una imagen desde otro ángulo.
Empieza halagando a ese ser diciendo que en el cielo los ángeles no encuentran otra palabra de amor tan devota como “Madre”, y tal vez sea cierto.
Y en el segundo cuarteto, verso segundo dice “tú que eres más que madre para mí” porque es madre de su amada, madre a quien más quiere. Nos damos cuenta que se refiere a ese ser a la que la mayoría de los hombres han tomado como antagonista de su mundo amoroso: la suegra.
Pero en estos versos el poeta nos habla desde otra perspectiva, pues nos hace reflexionar, nos hace ver lo verdadero, lo bueno, porque la suegra es como el árbol que nos da la fruta para saborearla. Esa es la idea central de este emocionante poema.
Y si nos pusiéramos a reflexionar más fondo llegaríamos a darnos cuenta que “madre” no es solamente aquella que nos trajo al mundo, sino aquella que te mantiene en él, aquella que puede recibirte en sus brazos sin mirar el color de tu piel, tus ojos, tu idioma, aquella que te reciba en su casa, en su mesa, entre sus hijos. Porque madre es sinónimo de amor.

CDL
02-07-2011

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